A medida que las mujeres viven más tiempo, un mayor porcentaje de sus vidas transcurrirá en la menopausia, casi el 40 %. La menopausia y la transición que la precede, llamada perimenopausia, pueden provocar cambios significativos en la salud. A medida que disminuye la producción de estrógenos, las personas experimentan menstruaciones irregulares, sudores nocturnos y sofocos, insomnio, confusión mental y aumento de peso, entre otros efectos perjudiciales. Una vez pasada la menopausia, que se diagnostica cuando una mujer deja de tener la menstruación durante 12 meses, pueden surgir afecciones de salud más graves, como demencia, enfermedades cardíacas y osteoporosis.
Aunque la menopausia suele ser el resultado natural del envejecimiento, también puede ser consecuencia de determinadas cirugías, tratamientos contra el cáncer o tratamientos farmacológicos. La buena noticia es que los investigadores están descubriendo nuevas formas de proteger mejor la salud general de las personas que experimentan la perimenopausia y la menopausia.
Investigación, pasado y presente
Los médicos comenzaron a tratar los síntomas de la menopausia en la década de 1940 con una combinación de estrógeno y progesterona sintética (progestina). Esto cambió en 2002, cuando un informe de la Iniciativa para la Salud de la Mujer (WHI), un estudio nacional de salud a largo plazo en los Estados Unidos, mostró resultados preocupantes. Este informe indicaba que la terapia de reemplazo hormonal (TRH) tenía efectos adversos para la salud, entre ellos un mayor riesgo de sufrir un infarto, cáncer de mama, demencia y accidente cerebrovascular.
Sin embargo, un examen más detallado de los resultados proporcionó nuevos datos sobre la TRH, tal y como se explica en «The Women’s Health Initiative Randomized Trials and Clinical Practice», una revisión publicada en JAMA. Las mujeres del estudio que comenzaron la TRH diez años o más después de la menopausia y las que tomaban hormonas combinadas tuvieron los peores resultados. Por el contrario, las mujeres que solo tomaban estrógenos mostraron un menor riesgo de padecer enfermedades cardíacas y una disminución de las tasas de cáncer de mama.
También descubrieron que el momento en que se inicia lo que ahora se denomina terapia hormonal menopáusica (THM) influía en la salud a largo plazo, siendo el tratamiento más eficaz el que se inicia al comienzo de la menopausia o antes de los 60 años. Llegaron a la conclusión de que la THM administrada en el momento adecuado protege la salud del corazón, los huesos y el cerebro.
Además, el estudio de seguimiento indica que la eficacia del tratamiento depende del tipo de hormonas y de cómo se administran. Por ejemplo, las hormonas bioidénticas en dosis más bajas pueden reducir aún más los riesgos, al igual que el uso de parches transdérmicos o cremas de estradiol en lugar de medicamentos orales. También se están estudiando los efectos del tratamiento posmenopáusico con progesterona y testosterona.
Se necesita más investigación para identificar el alcance total de los beneficios y riesgos de la MHT a largo plazo.
Ampliar la fertilidad para prolongar la vida
Otra frontera apasionante en la atención sanitaria de la mujer son los intentos de prolongar la vida de los ovarios, que son los principales responsables de la producción de estrógenos. La investigación titulada «El tratamiento a corto plazo con rapamicina aumenta la vida útil de los ovarios en ratones hembras jóvenes y de mediana edad», publicada en Aging Cell, reveló que la rapamicina, un fármaco inmunosupresor oral aprobado para prevenir el rechazo de trasplantes de órganos, ralentiza el envejecimiento de los ovarios en ratones.
Dos investigadores de la Universidad de Columbia pretenden estudiar también los efectos de la rapamicina en los ovarios humanos. Su trabajo se ha publicado en el artículo «The Validating Benefits of Rapamycin for Reproductive Aging Treatment» (Los beneficios validados de la rapamicina para el tratamiento del envejecimiento reproductivo). En 2024, Yousin Suh, profesora de ciencias reproductivas y genética y desarrollo en Columbia, y Zev Williams, profesora asociada de salud femenina y jefa de endocrinología reproductiva e infertilidad en el Centro Médico Irving de la Universidad de Columbia, estaban reclutando participantes para un estudio en el que esperan incluir a más de mil mujeres de entre 35 y 45 años.
Suh afirma que los primeros indicios de un pequeño estudio en humanos sugieren que el fármaco puede reducir el envejecimiento ovárico en casi un 20 %, lo que prolongaría la fertilidad, retrasaría la menopausia y aumentaría la esperanza de vida entre un 9 % y un 14 %. Según informa, las primeras participantes han descrito una mejora en su salud, memoria y niveles de energía.
Los científicos también están estudiando los efectos de cortar y congelar trozos de ovarios para preservar la función ovárica, tal y como se explica en el artículo «Modeling delay of age at natural menopause with planned tissue cryopreservation and autologous transplantation» (Modelización del retraso de la edad de la menopausia natural con criopreservación de tejido planificada y trasplante autólogo) publicado en la revista American Journal of Obstetrics & Gynecology. Aunque este método es más invasivo, la reimplantación de tejido ovárico congelado ha restaurado la fertilidad en algunas pacientes que se han sometido a quimioterapia. En teoría, congelar el tejido ovárico cuando la mujer es más joven y reintroducirlo años más tarde podría prolongar la fertilidad y retrasar la menopausia.
Aceptar el cambio
Aunque la menopausia es inevitable, al prolongar la fertilidad o reemplazar las hormonas que disminuyen, se puede mejorar la calidad de vida en la vejez mediante intervenciones terapéuticas oportunas. Al reevaluar las investigaciones anteriores y realizar nuevos estudios, se espera que los síntomas de la perimenopausia y la menopausia se comprendan, traten y prevengan mejor para ayudar a todas las mujeres a disfrutar de una vida más larga y saludable.
Dawn Patton Mangine es redactora de Thermo Fisher Scientific.